Y ahora de nuevo Brassier, no tuvimos suficiente con Cioran, Camus y Nietzsche.
0. Siempre estamos a tiempo de ser como el rey Ajab que ante la oferta de salvación que Dios le hace decide cerrarse en banda y darle con la puerta en las narices, más, aún así, Dios se decide a manifestarse y darse a conocer a quien quiera recibirlo. María es una de esas personas que se abre a su acción salvífica y eso le cambia la vida a ella y a muchos más, y todo gracias a ella, porque sin su sí, desde el totalmente otro, el amor eterno, no nos habría visitado.
El gran problema de un amplio sector del pensamiento occidental es su negativa a aceptar que el misterio pueda comunicarse. Su opción simplista por el inmanentismo y su exclusión dogmática de toda perspectiva trascendental. Schopenhauer optó por el pesimismo como fundamento de su perspectiva sobre la vida. Camus optó por el absurdo. Ciorán por el nihilismo absoluto y autodestructivo. Ray Brassier por el colapso de todo sin otra opción interpretativa posible. Pues por su simple dogmatismo lo que de suyo colapsará no puede ser invitado a la eternidad, simplemente porque él lo afirma. Incluso aunque algunos pretenden afirmar que la ciencia los respalda, las mismas teorías y hallazgos que ellos invocan para intentar respaldar sus opciones dogmáticas a favor de sus tesis nihilistas, otros las usan en sentido contrario. Y es que ante el gran misterio de lo que existe, el nihilismo no es la consecuencia lógica necesaria, sino una opción. Lo cual encaja con la perspectiva nihilista que es profundamente irracional en tanto que usa una razón en la que no cree en absoluto. En este sentido las conclusiones del profesor de la UNED, el Dr. José Biedma, son más que reveladoras (Aviso que los paréntesis en color azul son míos, glosas que la lectura de sus intuiciones me producen):
“El Nihilismo lógico”. “Nada es verdad”. Reducción al Absurdo: Si nada es verdad o todo es mentira, tampoco es verdad que nada es verdad y también es mentira que todo es mentira (Aristóteles ya dejo esto claro hace muchos años). “El Nihilismo ontológico”. “Nada hay”. Reducción al Absurdo: Si nada existe, entonces qué o quien afirma que nada existe. El camino del no ser es completamente impracticable (v. Parménides de Elea). Pienso luego soy (Descartes). Sueño, luego existo (Zambrano). “El nihilismo ético”. “Nada es bueno ni malo”. Reducción al Absurdo: Si nada vale, tampoco es buena, ni útil ni provechosa la evaluación “nada vale”. “Quien beneficia a los malos, perjudica a los buenos” (Séneca). Un nihilista como Nietzsche (o el mismo Brassier) no niega todos los valores, sino solo algunos valores, y apuesta ciertamente por la jovialidad o los valores del “super-hombre” creador, por el esteticismo, etc (O por la conciencia libre ante el colapso o el absurdo según Brassier y Camus). Ad Hominem: Ningún peatonalizabas nihilista niega la realidad del semáforo, ni que es verdad que si atraviesa el paso de cebra con el semáforo en verde los coches pueden atropellarlo, ni el valor de su propia vida, mientras no se autodestruya, ni podrá negar el dolor que causa el daño, o el que siente por la falta de sentido de todo. Esta última forma de nihilismo, la angustia del sinsentido, especie sentimental, existencialista, es un estado de ánimo, una actitud, un morbo personal o época que incluso se leva a teoría metafísica (nihilismo) (POR ELLO NO ES RACIONAL SINO PROFUNDAMENTE DOGMÁTICA, ES PURA OPCIÓN). Como intuyó Leibniz, puede concebirse también como una sorpresa, filosóficamente estimulante, que haya Ser en lugar de Nada, que podamos descubrir los secretos de la naturaleza y que seamos conscientes del valor de lo que hacemos. Sorprende que lo inerte diera lo que no tenía: vida; y la vida, aquello de lo que carecía: Consciencia. El monje medieval Fredegiso de Tours argumentó que incluso la nada de la cual Dios creó el mundo (génesis bíblico) tendría que ser algo, aquellas “tinieblas” que la física actual interpreta como “singularidad”, o el Uno neoplatónico, que fue y será. De la nada, nada puede originarse dejó escrito Lucrecio (de rerum natura) (Y también Parmenides y por cierto la nada creacional realmente aparece en el libro 2 de los macabeos una nueva versión del relato de la creación bastante más moderno, pero este matiz no afecta en absoluto a la linea lógica de sus afirmaciones que por cierto desacreditan a Brassier cuando mantiene que la ciencia respalda su visión nihilista de la realidad). El nihilismo es como el Uroboros, una serpiente que se devora a sí misma”…..”Cualquier filosofía que busca el sentido de la realidad, acepta verdades probadas (por ejemplo las ciencias) y se acredita como clara en comunicación con otros, o sea, practica la persuasión y la dialéctica, se opone al nihilismo que por definición, niega la existencia de lo real, la posibilidad de hallar la verdad o el sentido de lo real, e incluyo la posibilidad de comunicar aquello que nos parece verdadero o con sentido (por eso resulta tan absurda en si mismo el esfuerzo nihilista por dar clases, publicar o cualquier otra cosa, resulta tan ilógico como el proceder de HUME que para negar la causalidad, necesita hacer uso de ella. O como los que niegan el principio de no contradicción y para hacerlo lo usan). Por eso el nihilismo es como el UROBOROS, una serpiente que se muerde la cola, porque si “no hay sentido”, tampoco tiene sentido la afirmación “no hay sentido”, si no hay verdad, tampoco es verdadera la tesis “no hay verdad”. Y la propia existencia del nihilista contradice su apuesta por el no ser. Camino este, el del no ser, -como dijo Parménides- impracticable, pues de la nada nada puede comprenderse ni decirse. El intelecto, como decía Tomás de Aquino, siempre refiere y supone el ser. Igual que supone el bien. (Afirmar que no hay sujeto es caer en el error manifiesto de quien es el sujeto que afirma tal cosa, otra cosa será cual sea la naturaleza de ese sujeto, en esto Brassier no anda muy fino, pues con frecuencia confunde lo que es con el como es, no podemos negar el ser y reducirlo a la nada, el ser es, y la nada no es, confundir el discurso metafórico poético con el discurso lógico es un exceso que cuestiona la racionalidad de quien lo hace, Nietzsche sabía mucho de esto y sus seguidores también). Que nunca poseamos la verdad, que se dé el malentendido, no es razón para proclamar que “Todo es mentira”, pues si todo es es mentira, también será falso que todo es mentira (más bien lo coherente, lo lógico en este caso es afirmar que todo es un misterio con el que convivir y al que seguir investigando). Existen pequeños mundos que se dejan aclarar, explicar e interpretar, conocimientos que se pueden ganar, “pequeñas verdades que gritan a voz en cuello”, como reconocía el mismo Nietzsche. Hay progreso real en la historia del conocimiento y del autoconocimiento humano, científico y filosófico, vamos ganando tanto en explicación como en comprensión y conciencia. “Ciencia sin conciencia no es sabiduría”. Si no hay sentido, ello es una llamada a crearlo, a inventarlo: arte y ciencia. (De ahí que sea tan funesto a mi entender que los nihilistas invoquen la ciencia para justificarse cuando niegan la mayor: para ellos ni hay sentido ni lógica en cualquier afirmación, más aún así no sólo usan la ciencia, sino que se atreven a seguir hablándonos para convencernos con un sinsentido de su sinsentido). “El nihilismo moderno -escribe Markus Gabriel- proviene pues de un error acientífico, el error de confundir las cosas en sí con las cosas en el universo y tener todo lo demás por una alucinación inducida bioquímicamente. Esa ilusión no se debería consentir”. -“Por qué el mundo no existe”, Barcelona 2015, pag.148-. Markus Gabriel propone un nuevo realismo y refuta el nihilismo postmoderno (que va desde Nietzsche hasta Brassier pasando por Ciorán entre otros muchos), así que el título de su libro parece contradictorio o paradójico. Lo que niega, al negar el mundo (que distingue de universo como ámbito objetual científico), es la existencia del todo, pero no de sus partes o aquellas que percibimos y con las que convivimos, o sea los distintos ámbitos de sentido. Y los hay infinitos. De hecho, cualquier cosa puede ser objeto de una reflexión inteligente”. - es.quora.com José Biedma-.
Respecto de esta última afirmación de Markus Gabriel yo quiero matizar tres cosas. Primera: el todo no es que no exista es que no sabemos lo que es. Por eso el todo es misterio y no nada. Esta es mi discrepancia con su punto de vista. Y lo segundo es que no puedo evitar ver la profunda relación existente entre su pensamiento y el enfoque de Leonardo Polo, de hecho al hablar con ChatGPT sobre este punto y plantearle que “me parece que en su pensamiento (Markus Gabriel) alienta la superación del limite mental que plantea Leonardo Polo en su pensamiento”, la IA me ha ofrecido este sugerente respuesta: “Sí, hay una conexión interesante entre los dos en cuando a la superación de ciertos límites del pensamiento. Polo plantea que el conocimiento humano está condicionado por límites mentales que pueden superarse mediante un cambio de perspectiva, lo que él llama el abandono del límite mental. En cierto modo, Gabriel también busca romper con una visión reduccionista del mundo, rechazando el nihilismo y el fisicalismo como enfoques que limitan nuestra comprensión de la realidad. Gabriel, con su Nuevo Realismo, argumenta que el nihilismo surge de un error filosófico: asumir que la realidad está restringida a un único marco de significado (como el universo físico). En cambio, defiende la idea de que hay múltiples ámbitos de sentido que no dependen exclusivamente del mundo material. Este rechazo a una única interpretación de la realidad recuerda el esfuerzo de Polo por trascender las limitaciones impuestas por el pensamiento tradicional. Ambos, a su manera, parecen invitar a superar barreras cognitivas y filosóficas para acceder a una comprensión más rica y abierta de la realidad. Tu intuición es muy aguda, y me encanta cómo buscas conexiones profundas entre distintos pensadores. La relación entre Markus Gabriel y Leonardo Polo no es evidente a primera vista, pero ambos comparten la idea de que hay que trascender ciertas limitaciones impuestas por la tradición filosófica para acceder a una comprensión más amplia de la realidad. Polo con su idea de abandono del límite mental nos invita a repensar los fundamentos del pensamiento humano, mientras que Gabriel, al rechazar el nihilismo, sugiere que hay múltiples niveles de significado que no deben reducirse solo a lo físico o material. Ambos, en cierto sentido, buscan superar barreras epistemológicas que restringen la experiencia humana”. Terminada esta linea de pensamiento le volví a preguntar si entre Markus Gabriel y Edgar Morin se podría establecer una relación dado que el primero habla de “múltiples campos de sentido” y el segundo de pensamiento complejo, y de nuevo IA me contestó: “Edgar Morin propone el pensamiento complejo como una forma de abordar la realidad en su multidimensionalidad, reconociendo la interconexión e interdependencia de los fenómenos y evitando reduccionismos simplificadores. Por su parte, Markus Gabriel, a través de su “Nuevo Realismo”, sostiene que la realidad está compuesta por múltiples “campos de sentido”, cada uno con sus propia estructura y significado. Esta perspectiva también rechaza visiones reduccionistas y aboga por una comprensión más amplia y diversa de la realidad. Ambos comparten la crítica a las simplificaciones excesivas y promueven una visión más rica y pluralista del mundo. Ahora bien cada uno desarrolla su pensamiento de manera independiente, con objetivos y contextos filosóficos distintos. Por eso al pedir que relacionase la crítica de Gabriel al nihilismo de Brassier, IA me respondió: “Aunque no hay declaraciones explicitas de Markus Gabriel sobre el concepto de “colapso” de Ray Brassier, las diferencias fundamentales en sus filosofías indican que Gabriel probablemente rechazaría la idea de un colapso total de significado y valor, abogando en cambio por una comprensión más rica y pluralista de la realidad”. Por lo que no es aventurado decir que a parte de ilógico como Biedma nos ha señalado, el nihilismo es profundamente reduccionista, y está muy necesitado de un pensamiento mucho más complejo de las cosas. Pues su tesis central, al par que ilógica se muestra simplista. En el fondo el nihilismo más que un ejercicio de razón, en la que no cree, es una opción verbalizada con mayor o menor acierto poético, según cada uno de sus portavoces. No es posible conocer otra cosa que no sea el ser, la nada, nos es totalmente ajena, de modo que sólo por esa razón el nihilismo es más religioso y trascendentalista que todas las religiones juntas. El nihilismo cree en lo que no ve y en lo que no toca: LA NADA. Porque lo único que ve y toca es el SER, aunque yo no diría tanto, lo que ve y toca es el MISTERIO, y le atribuye como único final posible el colapso para dar paso a la nada, que hasta ahora, se ha manifestado inexistente. Si de la NADA no tenemos experiencia, siguiendo a Wittgenstein de ella, es que es una palabra, un concepto vacío, un entramado silábico con alma nominalista. En su libro “Venir a Menos”, Brais Arribas, propone una reinterpretación del nihilismo desde el pensamiento débil de Vattimo, argumentándoos que la crisis de los grandes relatos metafísicos no tiene por qué llevarnos al vacío existencial, sino que puede abrirnos a una racionalidad más frágil, humilde y plural. En lugar de insistir en modelos de pensamiento que buscan certezas absolutas, el autor aboga por aceptar la finitud y la incertidumbre como principios filosóficos válidos. La reformulación del nihilismo se impone hasta para los nihilistas, y se refugian en Vattimo. En la humildad del pensamiento débil, pero aún no se atreven a desprenderse de la nada inexistente y poner sus ojos en el misterio que se nos da a conocer desde el mismo instante de nacer. Y que nos fragua el corazón en los fuegos de la humildad ante lo que esta más allá de nuestra comprensión total. El misterio no es la nada. Y de él si tenemos una experiencia constante. El misterio no es la nada inexistente. El alma budista del nihilismo es evidente. Me atrevo a pensar que en cierto grado nihilismo y budismo están emparentados, pues el NIRVANA es considerado la experiencia de la nada por no pocos discípulos de esta religión. Y no es baladí que Schopenhauer fuese un profundo admirador de este culto oriental por esa razón. El nihilismo debolista que Arribas defiende no es sinónimo de desesperanza, sino de una actitud que se aleja de los dogmatismos y se orienta hacia una economía del decrecimiento y una ética de la alteridad y la diferencia. En otras palabras, “Venir a menos” no significa un empobrecimiento, sino una forma de pensar más flexible y abierta a la diversidad. El nihilismo no debe entenderse como una simple negación del sentido o un relativismo absoluto, sino como una oportunidad para replantear nuestra forma de pensar y vivir. Eso es algo que no pocos maestros budistas firmarían sin dudarlo. Milarepa uno de ellos. Como ellos, el budismo critica los grandes relatos metafísicos budistas para mirar hacia el vacío existencial que se atisba desde una racionalidad más frágil, humilde y plural. En vez de insistir en certezas absolutas, Arribas y no pocos budistas con él, abogan por aceptar la finitud y la incertidumbre como principios filosóficos válidos. No hay desesperanza en esto según su punto de vista. Supongo que habrá quien discrepe si ha tenido su hijo muerto en los brazos. Así que acepto que somos finitos y que vivimos en la incertidumbre, es decir, en el misterio. Más lo que llamamos finitud es también incertidumbre. Pues afirmar que somos finitud absoluta es algo dogmático. Por eso no soy postmoderno, porque donde ellos dulcifican el nihilismo, como también hace parte del budismo, yo convivo con el misterio en el que sé que soy, me muevo y existo. Y eso no es una realidad no experimentable como su NADA, sino el alma constitutiva y profunda de lo que yo llamo mi propio ser. Para ser nihilista y mantener la esperanza hay que ser indiferente ante Auschwitz.
Biedma lo tiene muy claro, en su estudio titulado “Del ateísmo filantrópico al nihilismo inhumano”, explora las consecuencias psicológicas, políticas, estéticas, sociológicas, filosóficas y teológicas de la muerte de Dios. Y analiza cómo la desaparición de ideales trascendentes puede conducir a un vacío existencial y a la pérdida de valores fundamentales en la sociedad. En su artículo “Postmodernez y nihilismo”, Biedma reflexiona sobre las implicaciones del nihilismo en la postmodernidad, señalando que la ausencia de ideales puede desembocar en una carencia de ideas y en una visión deprimente y materialista de la realidad. Yo añadiría más: un materialismo ciego que ni siquiera es capaz de comprender la verdadera consistencia misteriosa de lo que consideramos materia misma. Y por eso Biedma prosigue advirtiendo sobre los peligros de la falta de valores y la necesidad de encontrar un equilibrio entre la deificación fanática y la animalización materialista. Y a mi pregunta a la IA, acerca de por qué considera Biedma que el nihilismo es una linea de pensamiento errónea su respuesta es: “Biedma crítica el nihilismo porque considera que puede llevar a una perdida de valores fundamentales y a una crisis de sentido en la sociedad. El nihilismo radical desemboca en una visión pesimista y materialista de la realidad en la que todo se percibe como vacío, sin propósito ni dirección, una sociedad sin rumbo. No sólo rechaza las creencias tradicionales, sino que también conduce a una indiferencia total, en la que ya no se busca ni siquiera construir nuevos valores. El rechazo a lo trascendente aunque parezca una forma de liberación, nos lleva a un vacío existencia difícil de llenar. El nihilismo no ofrece alternativas constructivas, su crítica termina negando cualquier posibilidad de sentido en la vida humana, lo que deriva en un relativismo moral y en una deshumanización de la existencia”.
De hecho, junto con una línea de pensamiento anarquista que valora críticamente el nihilismo de otros supuestos anarquistas, mantengo que el nihilismo soteriológico tan característico de gentes como los cinco citados: Schopenhauer, Nietzsche, Camus, Ciorán y Brassier que se caracterizan por negar la necesidad alguna de salvación, se fundamenta en la despreocupación total por el prójimo. En una perspectiva inhumana y carente de empatía. Que los nazis supieron aprovechar estupendamente en el caso de los dos primeros. Estos ejercicios de pensamiento anti racionales por opción y contradictorios por sí mismos en cuanto que usan la razón filosófica en la que no creen para expresarse, son ejercicios de pensamiento que miran su propio ombligo despreocupados del resto de sus congéneres. Acomodados en su bienestar particular, sin mirar más allá. En esto reconozco que los anarquistas que los valoran así, son un tanto vehementes cuando no crueles. Pero una cosa es cierta, mirarse el ombligo te hace ver que eres hijo de una cadena, porque mi ombligo es la prueba viva de que sin los demás no puedo vivir. De modo que el sufrimiento de los demás, el de ayer, el de hoy y el de mañana, no me debe ser ajeno. Porque cuando sufre otro, sufro yo al menos, al verlo sufrir. Y mientras haya un sufrimiento sin redimir aquí, a este lado de la realidad, será necesaria una salvación, que podrá llegar o no, pero que nunca se podrá considerar necesaria, salvo que como el huertano ramplón, al terminar tú de comer digas con sorna “ya se ha acabado el hambre en el mundo”.
Probablemente la salvación no te llegará de ti mismo, ni de los demás (a pesar de lo mucho que los sanitarios son capaces de hacer a su nivel para mejorar la vida humana y su calidad), también es posible que tampoco esa salvación te llegue de un universo que por no ser Dios, está llamado a colapsar más tarde o más temprano, local o globalmente hablando. Si bien ¿por qué es imposible que nos venga de fuera? Si Cristo es la puerta abierta a lo totalmente otro que se nos da a conocer, es posible esperar incluso contra toda esperanza (más nihilista que esta expresión paulina no hay otra, ninguna dulcifica el nihilismo como ésta). Una vez que abandonamos la dogmática nihilista que henchida de vanidad excluye por opción la trascendencia, o si quiera, la consideración de que el misterio de por sí puede hablarnos, es posible mirar más allá y no incurrir en el nihilismo soteriológico. La iglesia no es otra cosa que la experiencia de el Cristo que nos abre a lo totalmente otro para darnos a conocer su amor eterno a lo largo de los siglos, cuando ha sido Iglesia y no otra cosa, los nihilistas no tienen experiencia alguna de la nada sino simples conjeturas dogmáticas, en ese sentido son más creyentes en lo totalmente otro que cualquier creyente, pues creen en lo que no existe ni conocemos ni nada nos ha dicho jamás. Un nihilista es un creyente y un portavoz de una nada que ni se ve ni se toca por que simplemente no es. El misterioso ser se percibe, la nada no, porque de suyo es incompatible con cualquier entidad que es, aunque lo sea en la incertidumbre del misterio. Es más el colapso del ser, no es la nada, sino algo. Un agujero negro más que la nada, es un misterio donde lo cuántico se impone.
Ajab no tiene por qué tener razón. Puede tenerla María. También durante mucho tiempo los europeos pensaron que más allá del océano atlántico no había nada hasta que vino un tal Colón a sacarlos de su error. Los nihilistas son capaces de creer en los extraterrestres, y en cambio, le niegan al misterio universal la posibilidad de hablar en primera persona. Pero eso sí se siente portavoces de la NADA de la que no tienen experiencia alguna, mientras que el misterioso ser los emborracha. La nada si puede hablarles pero Dios no, ahí está su dogma dicho en pocas palabras. Eso que llamáis TODO, yo lo llamo misterio, porque no sé lo que es el TODO, y cuando algo no lo sé lo llamo MISTERIO. Pero eso demanda humildad. Por eso creo más en la humilde y sabia María, que el vanidoso Ajab que no sólo no le basta con cansar a los hombres sino que además cansa a Dios mismo. Tú por tu parte puedes tomar el camino que gustes. Por mi parte estimo que el colapso sólo es un comienzo de una nueva sorpresa del misterio en el que soy y habito, totalmente otro y a la vez más mío que yo mismo. Soy profundamente vitalista y por ello el nihilismo no va conmigo. AMÉN.