Andros presbítero Mysterium vitae
Andros presbítero Mysterium vitae

MIRADAS SOBRE TEMAS DE ACTUALIDAD

YO Y TU Y NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS

 

 

 

 

 

5. Ayer disfruté viendo la versión de Frankenstein que nos ha ofrecido Benicio del Toro. Un buen producto cinematográfico sin duda. Aunque no superior a la versión de Coppola. Y eso que Jacob Elordi rivaliza con De Niro. Pues resalta con mayor intensidad la inocencia de la criatura a la que todos llaman monstruo, menos ese anciano que ya desde la novela, siempre lo llamó su amigo. La chica guapa y atractiva, unas veces más lista y otras más frívola, según la versión de turno, no será una constante en este sentido. Aquí es su dulce enamorada. Claro que Elordi ofrece una “criatura amigo” muy atractiva y nada desdeñable. 

    En fin, perogrulladas a parte, el film pone una vez más de manifiesto que Lord Byron no alcanzó a vislumbrar el futuro, como sí lo hizo su Señora. Mary Shelley al ponernos ante el moderno Prometeo allá por el siglo XIX anticipó en mi opinión el transhumanismo que hoy nos ocupa. Cierto que no fue capaz de considerar las mejoras tecnológicas ni el traspaso digital de la conciencia, como sí sueñan hoy estos nuevos doctores “Victor F”. Pero la sustancia del tema sí se plantea. Frankenstein no es sólo una historia de desencuentro amoroso afectivo a lo “cumbres borrascosas”. Cierto que el romanticismo penetra el relato. Pero es un manifiesto que avisa al positivismo entonces incipiente de sus posibles locuras jugando a ser dioses cuando sólo somos humanos. ¿Es la criatura un producto transhumano? En tanto que inmortal sí. Al menos Benicio del Toro eso lo deja muy claro. El tejido de la “criatura amigo” se regenera como si poseyera una nanotecnología que hiciese posible su reconstrucción.

    En el fondo es la búsqueda de la inmortalidad lo que se nos ofrece. El transhumanismo, anticipado por David Garcia Bacca en España, cree que la muerte será vencida por la ciencia, bien con desarrollos nanotecnológicos o bien traspasando nuestra conciencia a una suerte de inteligencia artificial pudiendo esta migrar por varios cuerpos distintos, o fundas de distinto tipo, siendo siempre nosotros mismos. Hay detractores de esta visión que consideran por ejemplo que un clon mío no soy yo. Hay detractores que creen imposible que tal cosa, traspasar una conciencia humana a una máquina, sea posible. Pues en su opinión los entornos de IA no son comparables a una mente humana, y para ello nos hacen pensar en el símbolo de una caja China, habitada por un individuo que no sabe chino pero que deletrea bien las ordenes que le dan gracias a unos algoritmos de los que dispone y que hacen pensar a quien solicita algo de dicha caja china, que quien está dentro entiende el chino perfectamente, cuando realmente no es así.  Los pensadores, al uso tienen mucha imaginación y no poco verbo. El Dr. Segarra nos hará pensar que empeñarnos en quedarnos aquí es como empeñarnos en quedarnos en el vientre materno y no seguir el proceso de la superación del ego hacia la supraconciencia. Este el nuevo hito de defensa del más allá que se nos ofrece por distintas plataformas digitales y con de momento: dos libros. 

    Yo pienso sin tanto conocimiento como todos los que acabo de nombrar, que la inmortalidad en un universo que terminará extinguiéndose después de un tiempo que a mí se me aparece como infinito, es un imposible metafísico. Es un imposible ser inmortal en un universo que no será eterno. Y hoy sabemos que no lo será porque los científicos lo dicen. Los marxistas en eso se equivocaron como en otras cosas, y también lo hicieron algunos filósofos  griegos. Así que al final “la criatura amigo” terminaría desapareciendo por completo por mucha regeneración mágica o nanotecnológica que poseyera, porque sin universo no hay nanotecnología que resista. Aunque para ello se tarden siglos. Claro que ésta es mi humilde opinión.

    Así que desconocimientos a parte de la complicación de los trasplantes y los rechazos que muchas veces conllevan, y de las compatibilidades necesarias, Shelley, me hace pensar que eso del transhumanismo no deja de tener mucho de ensoñación a lo Comte. El positivismo rezuma por sus poros con total impudicia. Estoy seguro que dicho debate haría las delicias del Padre Carreira, haciéndolo elevar la voz sin moderación alguna. Yo por mi parte discrepo del materialismo del doctor “Victor F” tan monstruo él como su padre carente de total empatía humana según Benicio del Toro. Él no ve el alma en ninguna parte del cuerpo. Así responde a su hermano. Yo en cambio me pregunto: ¿es que a través de sus dibujos tan minuciosos del cuerpo humano no es capaz de entender que la materia sin estructura no existe? ¿Como es posible trabajar con tejidos sin conocer el patrón que los organiza y les permite ser consistentemente existentes?. Y aunque lo que vemos es un edificio construido y no podemos ver la idea que el arquitecto tuvo al organizar la materia, ¿podemos suponer que el edificio es el resultado de una materia que se organizó sola y dio como resultado la Sagrada Familia de Barcelona? ¿No sería esa fe transhumanista aún más crédula que los credos religiosos al uso? Las estructuras que organizan la materia sea orgánica o inorgánica no se ven, pero sin ellas serían imposibles. Yo desde esta perspectiva si veo el alma, no en una parte del cuerpo, sino en todo él. Por eso no me acaban de convencer cuando me dicen que un clon y o una maquina digital sería yo mismo. ¿Hasta que punto una mente humana es capaz de trasladar toda la estructura que me hace ser quien soy a otro receptáculo? ¿Yo me puedo trasladar totalmente así como así? No dudo que esa copia sería maravillosa y probablemente muy duradera mientras hubiese universo, pero permítanme que dude que esa copia sería yo. Más he de  confesar que yo no soy Doctor como si lo es en la ficción “Victor F” y como algunos de sus herederos actuales acreditan. 

    Nada mas, disculpad, esta historia me apasiona desde siempre y me vine arriba como dice mi amigo José. Cine Fórum al canto en tiempos transhumanistas o neopositivistas travestidos. 

 

4. Cristina Martín Jiménez defiende algo así como que la dana de Valencia fue un experimento militar, y ofrece pruebas de sus afirmaciones que según cuenta van a ser utilizada en tribunales por víctimas valencianas. En una entrevista del grupo “Aladetres” en YouTube, expone sus conclusiones con esa mirada intensa y arrolladora que la caracteriza. Y yo la escucho. Más me pregunto: si el club bilderberg, que siempre parece estar detrás de todo, no teme matar a 200 personas en el caso de Valencia con la aprobación del gobierno central que según ella está sometido al imperio de tan poderoso club, ¿porque no la asesinan a ella, como hicieron los valencianos, puesto que está destapando sus planes maquiavélicos que deben quedar ocultos? Quizás es que la realidad no sea como las películas, y aquí los poderosos no vayan a por el mensajero que lo destapa todo, o quizás, es que en el fondo Cristina trabaja para ellos y por eso se lo permiten, para que nos traslade la información que ellos consideren debidamente manipulada y de camino le dejan ganar dinerito con sus entrevistas y libros. Pues no creo que algun principal del club se haya enamorado de ella y por eso sea intocable.  Aunque Cristina no es una persona que pase desapercibida por múltiples razones. Seguiremos atentos porque estas consideraciones estimulan mi mente, como en mi primera juventud lo hizo el Quijote. 

 

3. Me declaro agnóstico político. De niño me enseñaron que el caudillo era lo más grande. Y enseguida que era el peor del mundo. Ya de más mayor comprendí que ser libre tiene mucho valor. Después empecé a tontear con la social democracia. La influencia de muchos de mi familia me hacían valorar ese enfoque de las cosas. Incluso el ideal comunista me cautivaba. Pero pronto descubrí que el estatismo por encima de la persona nunca fue lo mío. Ya siendo un joven más maduro me cautivó el pensamiento de Kropotkin, más con el tiempo me percate de que el anarquismo es propio de ángeles que no hayan caído. Pues la naturaleza humana, dista mucho de ser angélica, y en más de una ocasión, si es algo es diabólica. Con el tiempo Churchill me hizo liberal, y me ayudó a decidirme frente a la solución republicana española que siempre terminó por impedir la libertad personal de decidirte por un credo u otro bajo la opresión de sus dogmas laicistas, cuando no, directamente ateos. Por eso cuando oía a un republicano español hablar mi corazón se tornaba monárquico, pero luego Juan Carlos en segunda instancia me hizo ver que su ideal de monarquía democrática a lo británico era una tapadera de otras cosas, no todas honorables y confesables. Siempre he pensado que se ha vuelto para muchos de nosotros el más declarado defensor de la insuficiencia monárquica. Y conste que eso en España es un problema, porque el republicanismo aquí siempre ha terminado como en la antigua Roma, con pugnas civiles cruentas y la sustitución del orden de libertades relativas por un  totalitarismo tiránico y con alardes imperialistas en algún caso. Tras el 6 de Enero americano, en el que un presidente se negó a aceptar un resultado electoral y promovió el asalto popular al congreso, y que aún así, de nuevo ha sido elegido presidente tiempo después, descubrí que el republicanismo no es necesariamente mejor que la monarquía como expresión democrática, pues al menos si el rey, no es un ladrón o un putero, puede actuar como árbitro sin que haya en ningún momento un vacío de poder, mientras se produce una transición de uno a otro gobierno. En la primera restauración borbónica algo así se logró, y en la segunda igual, si bien, luego, quedó claro que la figura de la monarquía depende mucho de la persona que ostente el cargo de reinante. Pues nada es perfecto, ni siquiera la república formal de Garcia Trevijano, que aunque se pretenda perfecta, frente a la monarquía actual o frente a la 2ª república de ayer, simplemente aparece, como un ideal desencarnado que en cuanto se hace historia por alguno de sus rincones, se echa a perder. También sé que el anarquismo clásico del apoyo mutuo, el cooperativismo, los referendos y las asambleas locales, y las donaciones voluntarias en vez de los impuestos, al final termina colapsando porque el ser humano es cualquier cosa menos alguien de naturaleza ideal. Lo que no me llevó tampoco a entregarme a las mieles del gran leviatán de Hobbes, ni a sus encarnaciones históricas de plástica militarista a lo chino o a lo alemán. Siempre la libertad salía herida, como también la igualdad y más aún la fraternidad. 

    En fin por eso heme aquí, después de ser testigo directo de catástrofes naturales como un terremoto o unas inundaciones tanto aquí como en otras naciones, donde al estado se le ha echado en falta a todas las luces, pudiendo hablarse de fracaso total del estado  y abandono absoluto de las víctimas (y lo he visto y vivido tanto con repúblicas como con monarquías e incluso con dictaduras), heme aquí de nuevo, ácrata, pero no en tanto que anarquista político a lo Kropotkin, sino en tanto que agnóstico político porque ningún orden establecido acaba de convencerme. No me gusta la movida antisistema plagada de cultos al líder y dogmatismos ideologizados, ni los salvapatrias populistas al uso. He vivido con dictaduras y monarquías democráticas y con repúblicas fuera de España, y siempre he visto cosas muy parecidas: unos ganan las elecciones, otros son presidentes y al final quien gobierna es alguien a quien nadie eligió. Viviendo en Sudamerica y en Centroamérica eso lo aprendes pronto. Y paseando por las calles de New York también. Incluso viviendo en Japón. Donde descubres en una república y en una monarquía que es el dinero quien corta siempre el bacalao. Me bastó dormir una noche en un hotel de Sophia en Bulgaria una sola noche, para entender de que lujos se rodeaban los jefes del partido mientras el vulgo se transportaba con suerte en carros tirados por bestias con unas ruedas de caucho como único avance técnico. Pero eso aunque sé que como ácrata, desde mi agnosticismo político nunca venceré, me niego también a dejarme convencer, y trato de ser yo mismo, consciente de que siempre cualquier forma de estado que impere me terminará afectando unas veces para bien, y otras para mal. Con la sanidad pública me ha pasado eso en varias ocasiones. Unas veces me ha beneficiado mucho, y otras, he tenido que buscarme la vida, porque el sistema no ha sido capaz de responder a mis necesidades. Igual puedo decir con el sistema de enseñanza, que lejos de motivarme a aprender siempre me ha instado a aprobar y con eso se ha conformado. Son muchas cosas y muchos puntos los que de una manera u otra me llevan a suscribir esta suerte de acracia, este desencanto político, este agnosticismo político, este verme superado por el misterioso caos que rige el cosmos de la cosa pública desde que existo como ese Zoom Politikon del que nos habló Aristóteles. Por eso cuando escucho a idealistas como el republicano Trevijano, no puedo evitar sonreír descubriendo que he vivido en repúblicas bananeras, en repúblicas serias (EEUU, Alemania, Austria, Portugal, Italia y Francia), y en monarquías democráticas (la nuestra y la japonesa, y un poco en la danesa) y no he notado mucho la diferencia. Si lo noté bastante cuando me dijeron que en Marruecos no se podía hablar del Rey, o en Israel, donde el ambiente bélico se vivía en las calles o en Turquía donde de Erdogan era mejor no hablar. Aún más lo noté en Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria realidades postsoviéticas. Hay sistemas mejores y peores lo concedo. Pero vivir en un sistema que sea el menos malo de los posibles, no convierte mi espacio vital en el ideal de naturaleza alguna. 

    Por eso esta “Acracia”, este agnosticismo político me mantiene Crítico, me evita caer en el dogmatismo en el terreno político. Prefiero y colaboro con un sistema que al menos respete el máximo de libertades, pero también sé que aunque lo pretenda nunca será ni ideal ni perfecto, porque eso, simplemente no existe, diga Trevijano y los suyos lo que gusten y quieran, pues repito, en algunas repúblicas muy distintas he vivido y no lo he hecho mejor que en una monarquía constitucional como la nuestra o como la japonesa. Eso no significa que sea monárquico, significa que no creo en los idealistas     que no asumen que a este lado del Rubicón, la perfección en términos políticos, simplemente no existe. Pero también significa que he descubierto que hasta en lo más imperfecto, se puede ser feliz. Siempre me sorprendieron aquellos que gritaban “Vivan las caenas” simplemente porque la presencia de un líder todopoderoso les hacía creer que estaban mas seguros aunque eso les supusiese aceptar que el miedo era su medio de vida habitual. No lo puedo entender, más vi como gozaban como nadie en aquella boda marroquí cuando aún vivía el rey anterior a éste. Y es que en nombre de la seguridad el ser humano está capacitado para renunciar a muchas cosas, y algunas, muy sagradas. En mi corta vida también he visto eso. Será que he viajado mucho y eso ha reforzado mis convicciones ácratas. 

    Al final siempre llevará razón D.Javier Azagra pues cuando me hice cristiano y cura, me miró un día a los ojos, y con un corazón de padre, me dijo sonriendo: Andrés siempre serás un anarquista y así te morirás. Y tras ciertos titubeos y periodos de pensamiento he de decir que a día de hoy, es lo que soy, ácrata. Como Samuel el Profeta bíblico no muy amigo del poder establecido y en cambio muy amigo del valor de la propia conciencia. Su visión ácrata de Dios siempre me sedujo mucho. Como también lo hizo la visión ácrata del Hijo de Dios, que pudiendo haber sido rey de este mundo, decidió que su Reino no sería de este mundo. Así estoy yo Jesús, sin Reino aparente en este mundo. Descreído de todo lo que he visto, y tratando de vivir en libertad en entornos no siempre proclives a ello. 

    Espero que lo minoico no sucumba de nuevo ante lo micénico. Que la ciudadanía con cierto grado de libertades no vuelva a caer esclava del poder militar y tiránico de los vecinos. Pero históricamente siempre ha sido así. Gustándome por ello el ideal minoico, no las tengo todas conmigo porque sé que lo micénico existe, y si no lo hace, puede volver. Bastar leer y ver la película que sobre la novela “Ha Vuelto” se ha hecho, para darnos cuenta. Como también leer el ensayo de Alec Ryrie para saber como es “La era de Hitler y cómo sobrevivir a ella”. Hay más títulos que nos explican como mueren las democracias. Y muchas tienen que ver con el retorno del tupé rubio, los ojos rasgados de Xi, o la mirada fría del antiguo agente del KGB. Por eso Jesús: ¡perfecto Dios! y de ahí para abajo todo mundo. Y así ningún Maciel podrá lograr separarme de ti ni aún viviendo en la Iglesia, pues hasta santos hubo según parece que contemporizaron con ese lobo de inocentes en el seno de tu Iglesia. Como dijiste ácrata de Nazareth: trigo y cizaña, ni más ni menos. Así que ¡Si D. Javier! llevaba usted razón. Mucha razón. Acrata hoy como ayer, y cada vez: ¡más que nunca!.

 

2. ¿Yo y mis circunstancias? ¡No!, tú, yo, nosotros y nuestras circunstancias, eso me cuadra más. Mi ombligo me lo enseña, no existo sin mí, sin los demás, sin el mundo, y en mi caso, sin Dios. Existo en comunión y cuando no lo hago bien que lo noto y no para bien. 

 

1. Vaticanistas. Menuda tribu se aprovecha de la muerte de un papa y de la celebración de un conclave para ganar dinero ofreciendo conferencias, puntos de vista y hasta publicando libros. Normalmente cuando los escucho siempre saco las mismas conclusiones:

    Imprecisiones, contradicciones (ej: Francisco y Benedicto no se entienden y sin embargo la elección de uno se la debe al otro), falsedades (los papas han muerto en el hospital cuando no es así, o, decir que extra ommes significa fuera los hombres), errores crasos de pronósticos (el que entra papa sale cardenal y el que entra cardenal sale papa, no siempre ha sido así, y todos los que entran cardenales, salvo 1, salen cardenales), estereotipos, magnificaciones, tremendismo periodístico, a veces hasta cierto amarillismo, tópicos y muchas vaguedades. 

    ¿Demasiada soberbia? ¿Peliculeros a capricho? Lo parecen. Algunos no paran de repetir una y mil veces “lee mi libro” dando a pensar que el pretendido vaticanista realmente lo que quiere es vender su obra, colocarnos su producto y así poder ganar dinero. ¿Realmente estamos ante vaticanistas o ante personas que saben aprovechar la ola para hacer su agosto y sacarle muchas ganancias a la temporada?.

    Suelen confundir fácilmente además el cinismo con la crítica, su pose muchas veces resulta panfletaria, de hecho sus supuestas informaciones no pasan de ser simples manifiestos, eso sí con tono chulesco, con un enfoque muy parcial, sin la imparcialidad necesaria para no manipular la información que se pretende trasladar. Realmente más que describir que pasa y como pasa, se pretende diseñar una visión interesada de lo que se relata, se pretende desacreditar a una institución o a una persona concreta. No se usa bien el lenguaje, se confunden entidades y conceptos. Incluso se llegan a dar por ciertas mentiras (Parolin, secretario de estado, es arzobispo de Bolonia, tal cual en TVE). Algunos gustan de adoptar poses de intrigantes para reforzar su narcisismo y hacerse así más interesantes. Incluso algunos hasta reconocen que según el medio de información en el que intervengan, dicen una cosa u otra. 

    A veces hasta hacen afirmaciones absurdas e irracionales: “Casarse (hablando del clero de rito latino) erradica la pederastia”. Cosa que la realidad prueba que no es así, pues hay muchos más pederastas entre los casados que entre los célibes. 

    Normalmente todos cuelan sus opciones en medio de múltiples imprecisiones voluntarias dando que pensar que más que informar, como he señalado, pretenden manipular. No se ofrece información sino opinión preestablecida a priori, informada sí, pero con datos seleccionados, marginando otros. Porque una versión vende más que la otra. 

    Se suele etiquetar constantemente como postura básica. Incurriendo habitualmente en la simplificación, y ajenos por completo a un ejercicio de pensamiento complejo. Aunque se afirme lo contrario. 

    Por último están otros, que no son vaticanistas, ni se describen así, y que afirman que Jesucristo y la iglesia no tienen nada que ver. Tales personas deberían plantearse si Mahoma no tiene nada que ver con el Islam, ni Buda con el Budismo. Quizás Lutero no tenga nada que ver con el protestantismo. Verdaderamente a veces no sé como no me quedo sordo de oír a tanto tonto. Como sea la relación es cuestionable y discutible, pero negar toda relación es para “mear y no echar gota”.  A Pedro debió de elegirlo el Sumo Sacerdote Caifás como apóstol y Pilatos como primer Papa. Y Cristo mientras, se fue en su nave a buscar caballos de Troya por otros rincones del universo. Realmente si la energía pudiese seleccionar y autorizar que sale por la tele, internet o las redes, quizás nos quedaríamos en totalmente en silencio. Menos mal que como Dios, la energía, respeta nuestra libertad y deja hablar a todos, para que cada cual pueda quedar en su lugar siendo el mismo. Que la Iglesia pudo nacer en la Pascua de resurrección no quita para que fuese gestada previamente y empezase a caminar tras la fuerza de pentecostés. Más no es un hijo distinto el que nace y empieza a caminar que el ha sido engendrado. Definitivamente Loisy y algunos de sus seguidores, los hispanos de fama novelesca, muy burdos ellos y sin asomo intelectual alguno más allá de adoptar la pose sobreactuada de “enfant terrible”, cuando no de Quijotes que confunden molinos con monstruos, por muy vehementes que nos resulten ellos, aportan poco, y confunden mucho. Y poco más puedo decir sobre ellos. Afirmar que Cristo y la Iglesia son realidades desconectadas es como decir que los Reyes Católicos y España no han tenido nada que ver. Otra cosa será como se relacionen entre ambas realidades. Ahí podemos valorarlo todo y discutirlo todo. Así que amigos, cuidado con vaticanistas y vaticanologos. Que no nos den gato por liebre.  

 

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Andrés Marín Navarro.

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